REACCIONES POLÍTICAS.
No es mi intención politizar estos comentarios pero es que en este país la política lo anega todo. Me parece intolerable, desde un punto de vista profesional, el cierre de filas realizado por el Partido Popular y miembros del Gobierno en torno a Cristina Cifuentes, anteponiendo los intereses propios a los del sistema educativo, que dicho sea de paso parece que les importa muy poco.
REACCIONES UNIVERSITARIAS.
Hasta donde yo he podido leer y escuchar las reacciones del mundo universitario ante este asunto han sido, en el mejor de los casos, tibias (por no decir inexistentes) aunque sí ha habido voces que han expresado su opinión de manera particular, sin aparente representación de la institución donde trabajan. Y esto da muy mala impresión ya que da por sentado ante la opinión pública que la concesión irregular de títulos es una práctica más habitual de lo que parece.
No nos engañemos, siempre han existido los "empujoncitos" para convertir un suspenso alto en un aprobado bajo, o un notable alto en un sobresaliente; unas veces porque el alumno lo merecía debido a su esfuerzo y comportamiento y otras porque quien tiene padrino se bautiza. Pero el daño de imagen que el "Caso Cifuentes" está asestando al sistema educativo español otorgando un título de forma fraudulenta (amén de delictiva), es un triple salto mortal sin red. Ahora dígame usted con qué cara van a decir los padres y madres a sus retoños aquello de "estudia, hijo(a), que es bueno para tu futuro y el saber no ocupa lugar".
EL FUTURO.
¿Y quiénes van a pagar los platos rotos? Pues como queda dicho todo el sistema educativo en general y los "indios" en particular, aquellos que entramos en las aulas a impartir los cursos y somos la cara visible del sistema; los que veremos cómo se somete nuestro trabajo a un juicio sumarísimo y oiremos, en más de una ocasión y en boca de quien toma las excepciones como si fueran reglas, lo de que "la formación es una mierda, un 'sacaduros'" y expresiones semejantes.
A diferencia del detergente que lava más blanco que el de la competencia y del que se puede dar una muestra para probar, la formación es un servicio y por lo tanto intangible. Con la imagen negativa metida entre ceja y ceja, convencer al usuario potencial (alumnado) o al decisorio (padres, madres) sobre el provecho de la asistencia a nuestra acción formativa va a resultar tarea agotadora...
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